Cuando los hijos no obedecen

Método infalible para que tus hijos te obedezcan Por Beatriz Fernández del Castillo.

Pilar desea ayudar a su hija de seis años. Tiene una serie de actitudes que le gustaría que la niña cambiara, y una breve charla con ella me ratificó que estaba proyectada con ella. Pilar se proyecta en María negativamente, ve en ella lo que no ve en si misma, o lo que es lo mismo, “ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo”.

 

La falta de observación sobre sus propios patrones de conducta hace que reaccione emocionalmente cuando su hija encarna eso que no reconoce en si misma.  Ella hace exactamente lo que la niña hace, la intenta disciplinar y la niña no cambia su actitud, exactamente igual que ella.

  En lo que se refiere a la educación de los hijos, éstos no obedecen tanto lo que se les “dice”, sino que toman como modelo de actuación “lo que hacen” sus progenitores.  Un padre/madre que le pide a su hijo/hija lo que no es capaz de hacer él mismo no tiene autoridad moral, psicológica ni material para hacer que su hijo comprenda, madure y obedezca.

Dar ejemploMuy al contrario, su natural proceso de aprendizaje tiende a imitar lo que ve, pues su cerebro más primitivo -el que busca seguridad y aceptación para su supervivencia-  entiende que es el modelo a seguir familiar y socialmente aceptado, lo que le convierte en alguien del grupo, y eso le mantiene “a salvo” de ser rechazado.

 

Es la gran asignatura pendiente para padres y educadores, la de admitir que ser un modelo y encarnar ese liderazgo que predican es el único modo de educar de manera natural.

Le dije a Pilar que enumerara las cosas que veía negativas en su hija María y que identificara esas mismas actitudes en ella. Y esto fue lo que descubrió:

 

  • Casi nunca me obedece a la primera –> Yo no me obedezco a la primera. Supongo que no soy nada disciplinada conmigo misma. Decido algo y no lo llevo a cabo

  • Pone excusas constantemente –> Yo me pongo excusas a mi misma para no llevar a cabo decisiones que ya he tomado. Tengo que aprender a responsabilizarme de mis acciones / decisiones

  • No está centrada, le falta concentración -> Lo mismo me pasa a mi. Tengo que aprender a concentrarme y no distraer mi atención constantemente. Supongo que la meditación ayudará a conseguirlo podo a poco.

  • No es cariñosa con Javi (mi pareja) –> Igual que yo. De hecho lo que más demanda Javi es cariño y a mi me cuesta mucho mostrar mis sentimientos

  • Llama la atención con actitudes negativas  –>  Igual hago yo.  Lo ideal es aprender a llamar la atención con cosas buenas y positivas (no las negativas) y premiarme (y premiarla) por ello.

  • No es constante –> Igualito que yo. Empiezo muchas cosas y no las termino, me canso. De hecho en el trabajo estoy pasando de un tema o tarea a otro constantemente. Bueno, supongo que el hecho de que no me guste mi trabajo ayuda a acentuar esto.

  • Le cuesta mucho mostrar cómo se siente –> Exactamente lo que hago yo. Me cuesta horrores explicar cómo me siento con mis seres cercanos. Me da vergüenza básicamente y es una barrera que me cuesta mucho traspasar.

 

En cuanto Pilar se “aplique el cuento” y modifique sus propias actitudes, sabrá perfectamente cómo ayudar a su hija a conseguirlo, la guiará e inspirará naturalmente. Éste es todo el secreto. Tendrá que trabajar sus nuevas actitudes, formular afirmaciones positivas, visualizarse en ellas y ponerlas en práctica una y otra vez hasta crear patrones coherentes con las actitudes que ella verdaderamente ama, las que le pide a su hija que tenga.

 

Su hija no hace más que reflejar sus patrones, cuando ella los mejore, su hija hará lo mismo imitándola de manera natural; ni siquiera tendrá que esforzarse mucho para educarla. ¡La COHERENCIA hace milagros!


Beatriz Fernández del Castillo