La misión de vida

Estos dias he tenido la oportunidad de viajar a visitar a una querida amiga que acaba de ser madre. Junto al innegable cambio que ha experimentado al ejercer un nuevo rol en su vida tan satisfactorio como ése, estuvimos debatiendo sobre la necesidad de encontrar también un sentido a la vida a través del trabajo, de la actividad que uno realiza en la sociedad.

 

Hay muchos niveles de implicación en esta vida.

 

– En un primer nivel están los que buscan cubrir sus necesidades básicas como el comer, beber, divertirse, consumir, relacionarse y poco más. No suelen aportar, pero se benefician de lo que los demás generan. Éstos apenas respetan el trabajo ajeno ni las reglas básicas de la vida en comunidad, son los que no reciclan, los que tiran papeles al suelo, los que no respetan a los que les forman ni a los vecinos, los que sólo piensan en ser beneficiados y no en beneficiar, los que molestan sin pensar en los demás. Son los que mal usan los bienes que están al alcance de su mano, incluido los de su propia vida y salud, y suelen ser los que más exigen de la sociedad lo que ellos mismos no aportan.

 

– En un segundo nivel se encuentran los comprometidos con mejorar de casa, de relaciones, formarse para un mejor trabajo que le haga subir de estrato social y familiar, buscan un buen aspecto físico, una salud, y la felicidad a través de lo material y lo emocional. En este nivel hay compromiso pero sólo a nivel particular, el trabajo está para cubrir la necesidades propias y como mucho la empresa en la que trabajan, es un servicio por el que a uno se le retribuye, pero no tiene más trascendencia. En este nivel las personas aún no piensan en el bien común, piensan en el suyo. Son capaces de mal usar, descuidar y malgastar los bienes y servicios a su alcance a veces por ignorancia y otras por desidia.  Algunos tienen buenas intenciones y tratan de buscar soluciones para llegar a un nivel mayor de satisfacción personal y les nace la inquietud de progresar.

 

– En un tercer nivel nos encontramos a personas que además de ayudarse a si mismas, entienden el concepto de ayudar a los demás, aportan lo mejor de si mismos a la sociedad y buscan poner un granito de arena para el bienestar no sólo de su propia familia, sino de otras personas que puedan necesitar de su ayuda, su inteligencia, sus dones, sus soluciones. Le encuentran al trabajo una nueva dimensión,  la de dar un sentido a su actividad más allá del propio beneficio, aportar el valor añadido de su creatividad a todo lo que hacen. En este nivel ya se trasciende el ámbito familiar y se piensa en cambiar la sociedad en la que uno vive y mejorarla.

 

Como ejemplo, en Madrid hay un lugar donde se hacen tartas increíbles para servir a los restaurantes y bares de toda la ciudad. Yo voy de vez en cuando a comprar como particular, y la calidad es tan excepcional que un dia le pregunté al cocinero y dueño del horno cual fue la razón que le impulsó a crear su negocio. Y me contestó que se le daba bien el hacer tartas y decidió hacer feliz a la gente endulzándoles la vida. ¡Y vaya si lo consigue!. Puso su don al servicio de la felicidad de otros. Eso es lo que yo llamo un motivo superior que da un sentido elevado a una actividad, sea la que sea. No es sólo trabajar por dinero, es la satisfacción de hacer felices a otros con lo mejor que a uno se le da, utilizando un don natural, en este caso, el hacer tartas increíbles. Una simple actividad se convierte en una misión de servicio.

 

En este tercer nivel ya hay un sentido diferente a la actividad laboral, algunos ya sienten que su labor trasciende, tiene una repercusión real en la vida de las personas, las hace mejores, ya tienen una misión, la de mejorar lo que hay.

 

– Y en un cuarto nivel, el menos transitado por la mayoría de la gente, están los que tienen vocación de servicio, los que ven el mundo como una totalidad, como un plan espiritual superior en el que todos estamos llamados a colaborar. En este nivel, lo importante además de “mi plan” personal y familiar, está el aportar AL PLAN general lo mejor que uno tiene, el don que se le concedió al nacer, los conocimientos y habilidades que uno ama.

 

En este nivel el alma siempre está involucrada, ya no es solo la personalidad la que marca el objetivo, es el alma la que impulsa la búsqueda del bien desde lo más profundo del Ser Humano y le guía a través de las señales, los encuentros afortunados, las sincronicidades y la magia. En este nivel ya no cuenta sólo el gusto personal, sino el bienestar general.

 

Todos tenemos un don, el que no lo usa, no lo desarrolla, no lo cuida ni lo hace más grande, el que no lo pone al servicio de la humanidad, acaba por perderlo y desmerecerlo, y se pierde la íntima felicidad que causa el servicio bien hecho a la  humanidad. En este nivel ya se piensa en cambiar y mejorar el mundo usando lo que a uno se le da mejor, el don personal. Además de la familia y de la sociedad, el ser humano a través de su actividad tiene como intención cambiar el mundo, mejorarlo en lo que uno pueda aunque sea a través de lo pequeño. Sumado a otros con la misma intención, realmente se consiguen cambios significativos. Y lo hacen a pesar de los negativos, los pasotas, los que piensan sólo en si mismos y los del nivel 1 y 2 que les cuesta tanto entender que su ayuda sería también necesaria.

 

En este nivel uno no solo piensa en su bienestar y en el de los demás, busca mejorar, aportar con su creatividad al bienestar de los que vienen detrás, del país donde viven, del continente, del mundo entero, del planeta que nos acoge, de la naturaleza, los animales, el bienestar de todo lo que vive . En este nivel están los que aman este planeta, los que aman la vida y la naturaleza, la respetan, la cuidan y la buscan beneficiar y preservar, no sólo usar o malgastar.

 

En este cuarto nivel están los que buscan formar a las generaciones venideras, los que investigan para el futuro, los que emprender proyectos que seguramente ellos no verán su pleno rendimiento porque están hechos para el largo plazo,  buscan crear un modelo nuevo y mejorado de vida, están los que previenen, los que crean para solucionar a la vez que buscan amar y cuidar de todo el entorno. Sean creyentes o no, su punto de vista es espiritualizar y elevar su experiencia en el plano material.

 

Y creedme, sólo hay que poner una intención elevada en la mente para que ésta emprenda una nueva aventura y encuentre un nuevo concepto de felicidad, la de involucrar al alma en el devenir no sólo de la evolución y felicidad personales, sino también la de algo llamado humanidad de la que todos formamos  parte. La mente nos nutre de las ideas correspondientes a nuestra intención, el que eleva la intención, se convierte en canal de energía superior.

 

Otro dia hablaremos de la intención, parece que este texto lo necesita….¡cuidaros mucho!

Beatriz Fernández del Castillo