El patrón de Protección – Defensa – Ataque

Aprende a defenderte

Todos los días vemos en las noticias casos de personas, países, comunidades  indefensas,  víctimas de abusos o agresiones de otras personas, del sistema o de la sociedad que no les respetan.

No voy a enumerar aquí los miles de ejemplos de indefensión –en muchos casos aprendida –  que se ven diariamente, voy a dar simplemente unas ideas que a nivel personal se pueden poner en práctica para equilibrar este patrón tan esencial para la propia seguridad y autoestima.


La indefensión aprendida

La indefensión es un patrón que tiene mil caras y se aprende de muchas maneras, en el entorno familiar, en la escuela, en la sociedad.


Hay  personas que son agredidas o no respetadas de diferentes formas en su entorno familiar o social, y como consecuencia aprenden activamente a no respetar a los demás, o pasivamente a no respetarse a sí mismas aceptando la agresión como algo natural.


Hay otras que no se defienden por  tener algo negativo culturalmente asociado a defenderse, temor a las represalias, a la pérdida del amor o la atención de los demás, temor al abandono


Las hay que no se defienden porque de tanto intentarlo y no conseguir resultados prefieren dejar de presentar batalla y caer en la indefensión, en la falta de poder o prefieren pasar desapercibidos.

Lo que sucede en nuestro ámbito personal tiene efectos de largo alcance: si permitimos las injusticias en nuestra vida, estamos contribuyendo a las de la sociedad en general.

 


La trampa del victimismo


Algunas personas prefieren el papel de víctimas creyendo que así están a salvo apelando a la piedad de los demás, aunque la realidad es que a ese patrón sólo responden los piadosos, pero no los egoístas, los inconscientes  o los malintencionados. Interpretar el patrón de víctima, justificar las agresiones de los demás, justificar la propia pasividad y la indefensión es una agresión en toda regla contra uno mismo, y la mejor manera de atraer agresores del mundo exterior.


la falta de limitesSi quieres dejar de ser víctima conviértete en responsable de tu propia seguridad, aprende primero a protegerte, después a defenderte; si haces bien los dos primeros pasos el tercero del ataque pocas veces será necesario.


Limpiando el patrón 


Las personas que no se defienden porque temen la reacción violenta de los demás suelen ser las que más temen la suya propia, o han estado sometidas a personas con esas reacciones. Tienden a callarse ante los agravios una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, y el día y momento en que por fin reaccionan lo hacen con la fuerza que suma la ira de todas las agresiones anteriores que han sufrido.


En ese momento la víctima se convierte en agresor. Si crees que evitas problemas callando las primeras veces, sea por las razón que sea,  la realidad es que el estrés, la tensión y a veces resentimiento que acumulas  se convierten en ofensivas cuando por fin salen a la luz.

No es verdad que “la mejor defensa es un buen ataque”, la mejor defensa es saber protegerse, poner buenos límites y fomentar el respeto. En este caso como en muchos el mejor refrán es el que dice  “Es mejor prevenir que curar”.


Unos consejos prácticos.

PROTECCIÓN


– En el caso de las personas bienintencionadas, la mayoría de las veces vulneran los límites de los demás porque los  ignoran. Si alguien te hace daño una vez es tu responsabilidad informar y limitar ese daño y se puede hacer de buenas maneras, ese límite que pones es un acto de amor hacia ti mismo y también hacia la otra persona,  y como tal ha de ser explicado y entendido.  Dejarlo pasar sin informar es una negligencia, pues si no lo haces das a entender que está bien hecho.


Para proteger una relación de cualquier clase se han de establecer los límites que la rigen, unos límites que todos los implicados acepten y respeten. Si todo el mundo sabe dónde está su lugar, los conflictos se reducen a una mínima expresión. Si se vulneran es con conocimiento de causa y total responsabilidad por ambas partes.


Si alguien vulnera tus límites de alguna forma, háblalo con esa persona, no te calles, deja claros los límites de esa relación, lo que se comparte y lo que no. De la misma forma respeta también cuando alguien te ponga un límite.  Con el tiempo y el conocimiento de los implicados todos sabrán cómo han de tratarse para una buena convivencia.


DEFENSA

– Es un error creer esa utopía de que “todo es mundo es bueno”, la realidad nos dice que no siempre es asi. La persona bienintencionada sabrá respetar los límites de los demás y crear buena convivencia, pero la que no lo es  necesita algo más de tu parte para entender el mensaje de que no puede vulnerarte a voluntad. No seas víctima y no atraerás agresores.


Ante un ataque aprende primero a protegerte evitando ponerte en primera línea de fuego si no es estrictamente necesario, a elegir tus batallas sabiamente, hay muchas maneras de ganarlas y la destructiva es la menos buena;  aprende a defenderte con todas tus capacidades incluyendo las intelectuales , las emocionales, las psicológicas y las físicas.


La mejor defensa  está  basada en  una buena información y comunicación, en fomentar la prevención de los conflictos aprendiendo de los errores y aciertos, en aprender a ser flexible, creativo y eficaz manteniendo tus valores esenciales, en aprender a negociar y a buscar soluciones para el bien de todos los implicados.


El que mejor gana no es el que vence destruyendo, sino el que convence construyendo.


ATAQUE

La realidad es que permitir el agravio sólo hace que los problemas se enquisten, se crean malentendidos, más problemas, y sólo se consigue posponer el desenlace con la seguridad de que cuanto más tarde se aborde peor.  Una persona acostumbrada a agredir o a violar los límites de los demás sean físicos, mentales o emocionales, es más probable que respete a alguien que le ponga límites desde el principio y sepa proteger su integridad.


Defender lo bueno que hay en ti, en el mundo y en la gente en la que crees,  es tu primera obligación para contigo mismo y los ideales que representas. Si como recurso has de utilizar el ataque frontal,  hazlo con el objetivo de proteger un bien mayor.


Si no defiendes lo que amas lo perderás sin remedio. Como bien dice Javier Marías, “los peores se hacen fuertes cuando los mejores carecen de convencimiento”


Beatriz Fernández del Castillo

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