Este año he tenido la oportunidad de identificar a algunas personas que reflejan perfectamente el patrón de depredador emocional. A pesar de la diferencia de edad y de generación entre ellos/as, su discurso, actitud, y “modus operandi” son tan parecidos, que me sirven de ejemplo para ilustrar un comportamiento muy común en nuestros días, el depredador/a emocional. Cabe destacar que es más común entre varones que en mujeres.
Un patrón es un modelo de ideas, emociones, actitudes y comportamientos que rigen el devenir del ser humano, los organiza en conductas reconocibles, identificables. Todos los que piensan igual, suelen sentirse de la misma manera y sus actitudes y actos se parecen.
Los arquetipos serían los padres de estos patrones, los originales, según Platón los moldes perfectos, los ideales que se derivan de la mente de Dios, ideales que nos influyen desde el inconsciente colectivo. Los patrones son derivaciones humanas mucho menos perfectas, fruto del cambio, del mundo, de vida, de las circunstancias, etc… El mundo cambia, los patrones colectivos que nos rigen también.
Aunque muchos les comparan, el depredador/a emocional es diferente a esos que llaman vampiros emocionales. Los depredadores emocionales son personas que buscan su beneficio inmediato emocional -generalmente unido a sexual- sin reparar en absoluto el daño colateral que pueden llegar a causar. Son hedonistas, aparentemente felices, manipuladores de la conducta ajena, sabedores de la debilidades de los demás que utilizan en beneficio propio. Suelen tener habilidades sociales, gran atractivo sexual y personalidad brillante en algunos aspectos, y a la vez una gran falta de empatía, no entienden ni reparan en el daño ajeno.
¿Cómo reconocerlos? Por poner dos ejemplos de una mujer y un hombre con los que tuve la oportunidad de interactuar este año, ambos son aparentemente encantadores, atractivos, aunque sus motivaciones son diferentes: Él es un depredador típico, el gusto por la conquista es lo único que le mueve, el dolor que pueda causar al objetivo de su cacería le tiene sin cuidado. Ella no es tan típica, lo que le mueve es el gusto por ser amada y valorada, pero igualmente no tiene el más mínimo remordimiento por el efecto de su atractivo cuando es mal utilizado con los demás. Ambos no desean cambiar, tienen una aparente pero falsa seguridad en si mismos, durante “la caza”ambos se olvidan de la mayor ley que rige este universo, la de la CAUSA Y EFECTO, la que les convertirá en victimas de otros depredadores que como ellos no repararán en su dolor. Lamentablemente los que ejercen este patrón, por su falta de empatía, no suelen aprender la lección más que probando su propia medicina.
Ambos excusan su actitud diciendo que ellos suelen avisar por adelantado de sus intenciones, hablan abiertamente de sexualidad, gustan de mostrar su gran capacidad en ese aspecto, algunos menosprecian el buen uso de la relaciones y del sexo y usan a los demás sin asegurarse de su bienestar.
El patrón del buen amante sería el de usar -no abusar- a los demás asegurándose de su bienestar, cuidando y beneficiando al otro.
Suelen decir que respetan cualquier actitud sexual, precisamente para asegurarse que son respetados en la suya, aunque sea inadmisible, y pasan parte de su tiempo buscando argumentos que respalden su actitud, y en ocasiones tratando de que los demás los asuman para poder tener más y mejor territorio de caza.
Pero las primeras víctimas de si mismos son ellos, aunque aparenten felicidad, buen rollito, y les divierta la caza a corto plazo, suelen tener miedo a las relaciones profundas, por eso navegan siempre en aguas superficiales. En cuanto alguien se les acerca demasiado huyen despavoridos, se convierten en débiles, la soledad les corroe (la del alma), lo que les lleva al círculo vicioso de desear volver a cazar, esperando llenar el vacío de una vida sin verdadero amor, aunque llena de vaivenes emocionales que confunden con pasión. Muchos de ellos han sido en su infancia o adolescencia victimas de otros depredadores, y se han convertido en uno de ellos. Pero eso no les exime de responsabilidad, más bien al contrario, podría ser un reto para ellos desactivar el circulo vicioso víctima-agresor.
El problema está en las posibles presas que no saben identificar el peligro emocional cuando lo ven aunque sea muy evidente. La falta de autoestima no les permite rechazar a un ser encantador que se les acerca y les muestra atención y cariño, aunque sea falso, interesado o momentáneo, personas cuyo vacío interior, circunstancias difíciles en su vida, la falta de familia, de formación emocional o de valores esenciales les convierte en víctimas fáciles. Si caen en las redes de un depredador, pueden creer que esa es una actitud aceptable y convertirse en uno de ellos, parte de la sociedad lo alienta y hasta lo valora.
Si veis a alguien con esta descripción y estáis en su punto de mira, observad, no tardan mucho en enseñar su verdadero objetivo. No es recomendable tratar de salvarles, gran error de algunas almas ingenuas con ánimo de ayudar, es probable que salgáis escaldados de la experiencia. Siempre es bueno recordar que “dos no juegan si uno no quiere”.
Si eres uno o una de ellos, recuerda la película de “Atracción Fatal” (Glenn CLose y Michael Douglas), o simplemente el refranero que ayer sabiamente una buena amiga me recordó, al cual esta vez le doy la razón: “El que la hace la paga” o “Lo que siembras , recoges”.
El mal uso de algo o alguien en beneficio propio y en perjuicio de otro siempre tiene el fin que se merece. Lo que no es en beneficio mutuo genera (afortunadamente) la justicia de la ley de Causa-Efecto. Y no te confies si hasta ahora te ha funcionado sin aparentes consecuencias negativas para ti, el universo SIEMPRE devuelve lo que le das, tanto si es bueno como malo……al menos en eso no falla nunca. Cuida como tratas a los demás, porque algún dia así serás tratado.
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Beatriz Fernández del Castillo
Formación online Autoevolucion.com